Creo que en la gran mayoría de los seres humanos hay una necesidad muy intima y profunda de sentirse convocado a una idea, un proyecto o una figura que evoque un liderazgo conductivo carismático, viéndose así atravesado por esa idea o figura que hasta se podría denominar como “arquetípica” y que configura ese sentimiento oceánico del que uno puede sentirse parte; como de algo mas grande que uno mismo.
Tratando de clarificar aún más la realidad humana, entender actitudes y procederes que nos desorientan, el replanteo que nos cabe sería: en manos de quién depositamos hoy ese “liderazgo conductivo carismático”? Que hemos hecho (o no) como sociedad para que esa idea o figura arquetípica no sea la más saludable?
Cuando digo sociedad hablo de individuos e instituciones, que deberíamos haber cumplido un rol preponderante para que nuestra realidad fuera diferente. De todos modos nunca es tarde para ello, nunca es tarde para rectificar el rumbo.
Tal vez sea éste el momento para asumir el desafío de convertirnos en protagonistas activos de nuestra historia enfrentando la incertidumbre y la desilusión; quizás sea éste el tiempo de armarnos del coraje y la esperanza necesaria para modificar la realidad.
Octavio Paz, poeta mexicano, supo decir: “¿No sería mejor crear, obrar sobre una realidad que no se entrega al que la contempla, sino al que es capaz de sumergirse en ella?”
Para poder modificar la realidad hay que actuar sobre la misma, hay que sumergirse en ella con voluntad, responsabilidad y capacidad. En definitiva, a eso nos referimos cuando hablamos de gestionar. Hacer lo qué hay que hacer, sin excusas y con un alto grado de compromiso.
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